Que no termine nunca el waterfestival.


15 de abril de 2012
Se avecina una dura jornada de viaje. Debido al waterfestival, todos los transportes y muchos comercios están parados. Nosotros debemos viajar hasta Mandalay, tenemos habitaciones reservadas allí, para disfrutar de este acontecimiento, que se celebra todos los años en abril, y todavía no tenemos muy claro si podremos llegar.
Primer transporte del día, un tuk-tuk, que nos acerca a una intersección, donde supuestamente, pasan autobuses a Meikthila, ciudad a medio camino de nuestro objetivo. Un cuarto de hora de espera y…bingo, tenemos suerte y un bus nos hace un hueco a los 4 en el techo, junto con unos cuantos locales y una moto.

 Son seis horas bajo el sol abrasador, eso sí!, amenizadas con los primero baldazos de agua. Empezamos a ser conscientes de que va todo esto. Mangueras, cubos de agua, baldes, botellas, todo vale, y si se trata de mojar a un guiri, pues mejor todavía. Llegamos empapados a Meikthila, pero incluso lo agradecemos, el sol a las 3 de la tarde en esta ciudad es abrasador.
Tenemos una hora de tregua, hasta la salida de nuestro siguiente medio transporte, la cual aprovechamos para echar unas cartas, mientras nuestras ropas se secan.

 La furgoneta que nos conducirá hasta Mandalay, está abierta por los costados…sabemos que no duraremos secos mucho tiempo.
Efectivamente, los siguientes manguerazos y baldazos de agua llegan rápido. Es imposible escapar de esto. Edu y yo decidimos cambiar la estrategia y subir al techo de un hibrido entre tuk-tuk y furgoneta, pensando que saldríamos indemnes.

 Evitar el agua, cuando un país entero está paralizado, no haciendo otra cosa que echarse agua un@s a otr@s, “it’s not easy for us”.

Los últimos rayos de sol nos hacen contemplar un bonito atardecer. Con la llegada de la noche, dormimos en el techo de este hibrido, observando las miles de estrellas que inundan el cielo.

16 de abril, ya estando alojados en el garden, sobre las 12 de la mañana, los 4 empezamos a disfrutar del Songkram (el año nuevo budista). Es completamente increíble este festival, lo pasamos en grande,


 y pronto será más divertido, cuando somos invitados a subir a uno de los escenarios, que hay repartidos por toda la ciudad. 


El agua corre por todos lados, la cerveza y el whisky casi al mismo ritmo. Pasamos un día impresionante, la gente nos pregunta constantemente “are you happy?”, la respuesta…”GOOD, GOOD my friend”.
Llegada la noche, nos acercamos hasta un concierto, donde se amontona toda la población en Mandalay, intentamos entrar, pero esta vez no hay suerte. El día termina con una caminata hasta el hotel.
Los siguientes días nos los tomamos con mucha tranquilidad, sobre todo porque el calor es infinito. Aitor se va a Hsipaw, mientras Adam, Edu y yo nos dirigimos en barco hasta Mingun, a mi parecer imprescindible, sobre todo desde el momento que me dicen que tengo que pagar 3$ por andar por sus calles, lógicamente no pago.

Adam esa tarde se va a Bago, para más tarde ir a la Golden Rock, Edu y yo pasamos un días más en el infierno de Mandalay, para el siguiente subir a 2 horas al norte, Pyin U Lwin. La temperatura aquí es más agradable.

La mañana del 21 de abril la pasamos en un tren, que nos lleva hasta Gok teik, nos cruza por el puente ferroviario, que en su día fue el segundo más grande del mundo, pasar por el, viendo la caída de más de 100 metros impone. 


Tres horas de ida que las pasamos sociabilizándonos con los locales, durante un buen rato somos el centro de atención, mientras nuestra compañera de viaje, nos embadurna la cara con thanaka.

 Aquí volvemos a encontrar a Aitor, que se dirigía a Mandalay, pero se queda con nosotros. Los 3 juntos en un autobús nocturno, no muy confortable volvemos a Yangon, donde nos encontramos con Adam.
Ya los cuatro juntos, nos colamos en una piscina para pasar las horas de más calor allí.


Nos despedimos de Myanmar, diciendo “tisu timare”. Próximo destino Tailandia.

“Si del aburrimiento quieres escapar, a PROYECTO VIVI te has de juntar”
-Proyecto Vivi-